Preparación física (fuerza y potencia)
Objetivo: Mejorar salto, velocidad y prevenir lesiones.
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Ejercicios clave:
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Sentadillas, peso muerto, desplantes.
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Trabajo pliométrico (cajas, saltos, multisaltos).
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Tren superior: press de banca, jalones, hombros.
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Frecuencia: 3–4 veces por semana.
Trabajo de resistencia y velocidad
Objetivo: Mejorar la capacidad de sostener el esfuerzo durante todo el partido.
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Circuitos HIIT (alta intensidad).
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Sprint cortos + cambios de dirección.
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Test de agilidad (T-test, shuttle run).
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Frecuencia: 2–3 veces por semana, combinado con técnica.


Entrenamiento técnico-táctico
Objetivo: Perfeccionar fundamentos y estrategias del juego.
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Fundamentos: saques, recepciones, armados, ataques, bloqueos y coberturas.
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Entrenamientos por rol: armadores, centrales, liberos, extremos.
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Juego reducido y situaciones reales de partido.
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Duración: sesiones de 90 a 120 minutos, casi diarias.
Prevención y recuperación
Objetivo: Evitar lesiones, acelerar la recuperación y mantener el rendimiento.
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Estiramientos guiados (post-entreno).
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Movilidad articular y control motor.
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Crioterapia, masajes, fisioterapia.
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Yoga, pilates o técnicas de respiración y mindfulness.
El nivel de tu juego refleja el nivel de tu entrenamiento.
Preparación mental
Objetivo: Mejorar la concentración, manejo del estrés y cohesión de equipo.
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Visualización y simulación de jugadas.
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Técnicas de enfoque bajo presión.
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Trabajo con psicólogos deportivos (opcional pero muy usado).

Complemento nutricional
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Dietas específicas según carga de entrenamiento.
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Hidratación controlada.
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Suplementación (siempre supervisada).